lunes, 2 de mayo de 2011

Homosexualidad en los medios: dignificación, no hegemonía.

La Habana, (29 /04/2011). La Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) celebró el panel «La Sexualidad que miran nuestros medios». La Casa de Alba fue la sede que acogió a las y los panelistas y con la participación de las y los panelistas Dra.C. Beatriz Torres Rodríguez, Psicóloga, Presidenta de la SOCUMES, la Dra.C. Patricia Arés. Psicóloga, la MSc. Isabel Moya, Periodista. Directora Editorial de la Mujer, el MSc. Raúl Fuillerat, psicólogo y el Dr. Alberto Roque, presidente de la sección Diversidad Sexual  de la SOCUMES.  La siempre bienvenida moderación estuvo a cargo del Dr.C. Manuel Calviño. Psicólogo. Profesor, Comunicador Social, Programa de TV, "Vale la Pena".

 

Uno de los temas tratados fue el tratamiento de la homosexualidad en la televisión nacional. A continuación la intervención del Dr. Alberto Roque Guerra.

 

Dr C. Manuel Calviño:

El tema de la homosexualidad es para muchos como "la manzana de la discordia" de lo que se debe o no, de lo que se puede o no, llevar a la televisión en materia de sexualidad. Varias cuestiones: ¿Por qué es así? ¿Cuánto hay de prejudicial en esto y cuanto de mal manejo por parte de los medios? ¿Cuál es el futuro que se vislumbra al respecto?

 

Alberto Roque:

La representación del sujeto homosexual en la televisión cubana significa una transgresión, una amenaza a los pilares del poder patriarcal y heteronormativo. Reconozco en nuestro medios una incipiente apertura en el abordaje de estos temas, sin embargo, opino que a pesar de las buenas intenciones, en la mayoría de los programas televisivos se victimiza a la persona homosexual. Los vocablos homosexual-homosexualidad están  prácticamente vedados.

 

La Televisión Nacional ha transmitido algunas series extranjeras donde se tratan sin ambages las relaciones entre personas homosexuales. Notamos con preocupación cómo son mutiladas muchas de las escenas donde se representan relaciones eróticas entre estas personas. Mutiladas digo, porque al extrapolar este ejemplo a la historia de mi profesión - la Medicina- sobran las muestras de cómo se adecuan nuestros cuerpos sexuados a las normas binarias de género mediante esta práctica. Los medios son normalizadores en la manera de transmitir estos códigos.

 

El asunto se torna más espinoso cuando se trata de producciones que reflejan la realidad nacional. Como en otros contextos de la vida cotidiana, las zonas oscuras y periféricas del imaginario social cubano se representan en términos eufemísticos o edulcorados. Si de sexualidad se trata estas zonas representan lo oculto y lo marginal; lo no deseado lo ominoso del cuerpo de la nación.

 

Los spots televisivos destinados a la prevención de las infecciones de transmisión sexual y  en lo particular del VIH-sida, no se corresponden con la estadística de que un 80 % de los hombres que tienen sexo con otros hombres somos los responsables de la transmisión del virus en nuestro país. Además de la falta de sistematicidad de estas campañas, el grupo meta representado es predominantemente heterosexual.

 

Las personas homosexuales femeninas y masculinas, las y los bisexuales y las personas trans requerimos ser dignificadas en nuestros medios de comunicación. Lo anterior es aplicable a las mujeres heterosexuales y a las masculinidades no hegemónicas. Ser varón y cumplir con esas normatividad hegemónicas es una trasgresión a las personas.

 

Se necesita de inmediato replantearse los valores humanos sobre la sexualidad. Se requiere de un cuestionamiento del poder patriarcal, con su carga de violencia, exclusión, homofobia y misoginia. Más que representar las sexualidades no hegemónicas, se necesita señalar la homofobia como problema, las razones que conllevan a la discriminación y a la convivencia alejada de una cultura de paz. Esa debiera ser esa la “saturación real” de nuestro medios.

 

En estos tiempos colmados de tecnologías digitales, la televisión se convierte en medio educativo eficaz para la construcción de verdaderos paradigmas emancipatorios. Esto es tarea para hoy, de lo contrario las nuevas generaciones no disfrutarán de un futuro basado en la plena igualdad y equidad social.

 

Impedir que la educación sexual llegue a los medios y se haga efectiva en todos los niveles de enseñanza es una negación de un derecho sexual como derecho humano. No se puede lograr un cambio social efectivo sin la educación.

 

 

     

 

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